domingo, 12 de abril de 2015

Día Quinto. 11.4.2015. UN MAGNÍFICO VIAJE CON UN MEJOR FINAL

José R. Pedraza (Córdoba). No hay quinto malo. Se dice que los finales, cuando las cosas han sido buenas, son tristes. En nuestro caso, el final es alegre, no porque se hubiese terminado algo malo, sino porque después de la tontería de turno, estuvimos en la noche de ayer echando un paseo de los de hermanamiento por el barrio, una cena fraternal, una salidita al parque para comer pipas, tomarnos un refresco, jugar en los cacharros, contar algún chiste, responder a preguntas del trivial, escuchar musiquita cañera y departir de algunas cosas vividas en los últimos cuatro días. Una botellona sin botellas. 
Cuando nos recogimos, el día estaba cambiando a otro. Prudentes (como lo hemos sido en todo). La noche presuntamente fue algo movida, pero sin perder la presunción de inocencia. Las bolsas de chuches y refrescos del hipermercado del paseo de la tarde-noche irían a algún lado. Para eso salimos a comprar. No se escuchó ruido en el pasillo ni queja del hotel. Todo plácido, todo normal en un viaje fin de estudios, demasiado normal. Mejor para tod@s.
Como era de suponer por parte de los profesores, el desayuno sólo lo pusieron en práctica tres (¡imagina, imagina!). También normal. Las leoneras habían llegado a su máximo exponente. Entre el sueño y no poder salir de ellas por obstrucción de sudaderas, bolsas, maletas, toallas, zapatos y adminículos de todo tipo y tamaño, la mañana fue tranquila en el despertar. Fue nuestra perfecta programación. Tras recoger esos cajones de sastre en los que se habían convertido las habitaciones 230,231, 232 y 234 y conseguir meterlo todo como equipajes, la salida la hicimos a las 11'30. El pic-nic nos lo preparó Paco, director y dueño de El Camino, con más cariño que el primero. Había que compensar la cena perdida del miércoles, y bien que se portó (dicho queda, justicia humana). Era una mañana relajada de camino por la que transitaríamos por el surco intrabético (A-92): Santa Fe, Huetor-Tájar, Loja, La Palma, y en Salinas, por la A-333, camino de cambiar de provincia tras la tangencial incursión malagueña. El rumbo hacia el norte nos metió sin solución de continuidad en Iznájar, bella atalaya andalusí en lo alto de un encrespado relieve. En derredor, y quedando en tómbolo el pueblo, el pantano de Iznájar, el mayor de Andalucía, un mar interprovincial en pleno corazón de la Bética. 13 horas, tiempo libre y paseo para encontrar rincones pintorescos cada uno por su cuenta. Los niños con los niños, las niñas con las niñas. Los profesores, más solos que la una. 
A las 14 nos vimos en el mismo balcón a modo de adarve en el que Rafael, nuestro nuevo chófer, había dejado su bus. En todo lo alto del fortín iznajareño nos comimos nuestro almuerzo bocadillero, esta vez regado con zumitos y bebidas carbonatas. Otro riego, que el agua con agua enguachina. Sobró comida para otro regimiento. Estuvimos cobrando fuerzas para acometer una intrépida tarde en el río que vimos nacer en lo más alto de la nevada sierra granadina y que ahora se represaba en el límite de las provincias de Málaga, Granada y Córdoba, por la que discurrirá majestuoso –el Genil es la arteria afluente más grande del Río Grande- hasta entregar su caudal en el ya sevillano Betis. Nos hicimos una foto entrañable con Francisco, un viejito cariñoso que compartió el asiento de la parada del autobús justo al término del almuerzo. Foto de grupo con él.
Dejando la A-333 en Rute, llegamos a la A-45 en Encinas Reales, rumbo sur hasta Benamejí y error en la elección de empresa de rafting. Nos fuimos a la competencia (aprovecho para recomendarla también, en la bajada desde Benamejí al Genil, en la antigua N-331 –Camping Rafting-, con sus cortijillos, su pedazo de cafetería,…-. Tras el saludo equivocado, continuación hasta El Tejar, y a la salida, a mano derecha, Salta Ríos, la empresa contratada. Saludos, explicaciones de Antonio, el responsable, cambio de atuendo –el embutido en el nuevo neopreno fue más agradable que en Quéntar-, y cambio de bus (ahora era de minibús a minibús –nos lo cambiaron el viernes, no lo dije-), y descenso hasta la misma margen izquierda. Nuevas explicaciones técnicas, el cuerpo que se nos iba poniendo casi malo –alguno al Genil lo veíamos como el Iguazú-, y manos a la obra. Allí íbamos las cuatro embarcaciones aguas abajo. Una compuesta de unos descompuestos en despedida de soltero; otra con los alumnos; otra con las alumnas; y otra con los dos profesores y cuatro ceutíes sin rumbo determinado. El tramo uno, apacible, pasando bajo el elegante puente de Hernán Ruiz, renacentista, quinientos años lo contemplan, cinco siglos soportando gentes, carros, coches, camiones, camionacos. El tramo dos, tras un giro en la ladera agrietada de Benamejí, un poquito más revoltoso, algunos rápidos y obstáculos a salvar –la fauna avícola hizo buenos vuelos rasantes por el bosque de ribera-; el tercer tramo, importante, ajustes milimétricos del rumbo, “¡adelante, adelante, adelante,…!” de los timoneles (los otros gritos eran “atrás”, “alto” y “adentro” –en caso de caída-). Caídas intencionadas en los tramos más controlados, chopeteos provenientes de palazos en el agua, mucha risa, complicidades, una armonía entre las balsas que nos llevaron por unos 8 km río abajo en una preciosa tarde de primavera formando parte del río, insertos en un paisaje fluvial digno de fotografía, haciendo mucho ruido, como era de esperar, pero con patos, galápagos, garcetas,…viéndonos pasar acostumbrados de ver pasar gente en un ecosistema en el que el rafting se ha incorporado con respeto. Pasamos por allí y allí no pasó nada. Para la mayoría todo un descubrimiento al que seguramente volveremos más pronto que tarde. Un buen regalo de onomástica o cumpleaños o una actividad colaborativa para hacer las paces (el Genil lleva agua casi todo el año, incluido el verano –su régimen es pluvio-nival-).
Llegado a una azuda, fin del trayecto. Recogida en la misma margen izquierda, balsas fuera, y de vuelta subiendo a Benamejí, pasando por medio del pueblo, a El Tejar. Recuperamos nuestras ropas, y regreso, cayendo la tarde, a Villaviciosa.
Si bueno fue el comienzo en los baños árabes, una ruptura con la rutina escolar y cotidiana, mejor fue el final de la excursión con una actividad fluvial y cordobesa que cualquiera puede repetir si se lo propone, lo invitan o lo necesita.
Parada técnica en Córdoba a eso de las 20’40, y vuelta a la N-432 para desviarnos en El Vacar, pasar nuestro embalse, respirar hondo,…y estamos en casa. Sanos y salvos como hemos escrito guasapeando a todos y todas l@s que nos felicitaron.
Y aquí nos despedimos, comenzando por l@s que nos habéis dado ayuda, ánimos y consideración por teléfono o por internet –especialmente algunos comentarios han sido emotivos, enternecedores y airosos para que las velas se llenen un poquito cuando el velamen se está recogiendo con lentitud entre invisibles tristezas y regusto de incomprensiones-. Después de un viaje así, recibir esas notas es el mejor de los reconstituyentes para intentar seguir inventando (innovación se le dice ahora, bueno).
Continuamos reflexionando como hicimos tras algún otro peregrinaje. Si lo positivo y lo menos positivo no se entienden en su justa medida, no se llega a la justicia, menos a la equidad. Nunca mereció la pena aquello que no tuvo proporción. Una croqueta no le puede dar sombra a una cima, la aritmética de un plato no debe ocupar el tiempo de la geometría y la magia de las montañas y los ríos. La madurez (analícese científicamente el concepto y caracterícese) será siempre nuestro sueño, educativo y social.

Terminamos dando un beso a todo el alumnado, Manuel, Sergio, Atenea, Clara, Miriam, Diego, Isabel, José, Rafael, Juan Manuel, Francisco, Lucía e Inés, por su buen comportamiento, por haber hecho caso de lo recomendado y acoger de buen grado los consejos y las adaptaciones que tenían que darnos solución a los problemas. Fueron buen@s.


3 comentarios:

  1. Ayyyyyy que sustoooo!!!!! Ayyyyyyyy que mal sabor de boca me quedaba!!!!! Ayyyyy venga entrar y venga entrarrr y aquiii, nada!! Ayyyy que no me puedo despedirrrrrr!!!!
    Pero como en el fondo pensaba......deja que descanseeee, ya vendraaaa.
    Elo aquí!!! Ya descansado y pilas recargadas. Nada, chic@s y profes. Ya en casita. Recuerdos, risas, anécdotas, regalillos, besos...
    Vuelta una vez más (que pesá) dar las gracias a vosotros, profesores que habéis acompañado a nuestros hijos, que os liasteis la manta a la cabeza y os lanzasteis a la aventura. Especialmente siempre agradecida a usted señor Pedraza, por hacernos llegar las noticias del día, la redacción ha funciona puntualmente. Todo con lujo de detalles. En fin...que esto se ha acabado pero que echo de menos abrir y no encontraros. Lo bueno...estáis cerca y cualquier día me llego a veros. Besazos y os deseo toda la suerte del mundo. Os lo merecéis. Muuacaa!!!!!

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  2. Muchas gracias por todos los comentarios vertidos sobre el viaje a través de este blog. Si tiene algún mérito, lo tiene el hecho de que tod@s l@s que han participado, han hecho posible que sea bonito, que haya ido todo bien, que hayamos disfrutado enormemente y que no haya habido contratiempos.
    Aunque se agradece dentro del mismo blog la ayuda, el ánimo y la consideración, personalmente quiero subrayar ese desbordante afecto, cariño, piropos,...que dedica muy especialmente Amparo, y también Isabel. No es la primera vez que es así, y no se olvidan aquellos comentarios fantásticos y desprendidos de aquel inolvidable Camino de Santiago. En cualquier peregrinaje en la vida hace falta el aliento, y cuando es tan explícito y reiterado, llega al alma misma. Y más en los tiempos que corren, por todo lo que hay. Dejémoslo, porque no nos lleva a ningún lado.
    Un beso para ti, Amparo, por esa manera tan espontánea y libre de expresar buenos sentimientos. Igualmente para tod@s l@s que lo habéis expresado en público o en privado. Recíprocamente os los envío. José R.

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