martes, 7 de abril de 2015

Día Primero. 7.4.2015. GRANADA, EL MEJOR DESTINO


José R. PEDRAZA (Granada). Casi sin comerlo ni beberlo, de sopetón, metidos estamos una vez más en un autobús con alumnado. El espíritu escribano resucita en plena Pascua.
Tras muchos trámites, gestiones a troche y moche por parte de las DACE, la omnipresente Carolina y la neófita Virginia –mil gracias por lo hecho desaforada y desprendidamente-, amaneciendo, Jaime Pandelet (EPV) y José R. Pedraza (CCSS), en ruta con 13 muchach@s que terminan su etapa secundaria y que bien merecido tienen su viaje fin de estudios. Otros tantos se quedaron en el pueblo. No pudo ser, aunque bien que nos hubiese gustado que toda la tropa, la multitud, la nación cuartelera (l@s de 4º) hubiese hecho pertrecho camino de Granada (mira por donde, el nombre del hotel). No pudo ser los Pirineos, pero bien que estaremos en la montaña más alta de la península y su nieve puesta. Granada es blanca de cal y nieve, Albaicín y Sierra Nevada, y verde de rica vega y cipreses escalonados frente por frente al Palacio Rojo, Alhambra de los cuentos, de sultanes y de fuentes.
Más o menos puntuales, macrobus con minigrupo. ¡Que sobre! Ahora, que el maletero es propio de un verdadero grupo de aventura. Nadie acertaría el número de viajeros a la vista de las rebosantes tripas del autocar. ¡Chiquillo!
Parada técnica en Córdoba y rumbo al SE, la N-432 que tanto gastamos en su tramo Córdoba-El Vacar, perpendicular nos lleva ahora directa en pleno reino nazarita en su tramo Córdoba-Granada.
Desayuno en Nicol’s (estación de Luque). Las tostadas sobrepasan el 47 de pie, bien aliñadas con su aceite chorreante y su tomate triturado. De oreja a oreja una sonrisa pringosa para empezar bien el día.
La llegada a Granada, todo plácida. Instrucciones de última hora en pleno movimiento, como en los antiguos desplazamientos balompédicos. A orillas del Genil, en pleno Salón genilense, a la altura de la afluencia del Darro, el apeadero. Se despierta la capital de la Alta Andalucía.
Jaime parece mama-pata con su Google Maps y sus recuerdos de juventud. Sabe de callejero, pero se asegura. Los pollitos detrás. Un buen día espera, aunque la incertidumbre atenaza algún rostro y el caminar de otr@s. El móvil, las señales, “una pregunta, por favor”, y la memoria universitaria y musical de Pandelet nos conducen indefectiblemente a los Baños Árabes al Andalus Hamman. La carrera del Darro ya merece por si misma, y cuando se nos descubre la gran fortaleza nazarí, toda literatura sobra.
Pero merece contar el baño porque reportaje gráfico no hay. La cámara de apagó por intervalo de hora y media. Toda la liturgia de entrar, los patucos para los zapatos, las explicaciones de la gobernanta y el descorrimiento de la cortina que da paso al vestuario fueron todo un preludio de ese mundo tenebroso, vaporoso, cálido, morisco, insinuante que es sumergirse en termas de contraste, en el oriente mismo, con las velas tililantes, con el te rojo, con las azulejerías y las decoraciones almagras y las columnillas de mármol blanco. Y para colmo, un masaje de los que no se olvidan –dicen los afortunad@s-.
Una campanilla dulce nos despertó del sueño mismo en que se convirtió el baño. Difícil rehacernos cuando la experiencia no permitía tener voluntad de volver a la realidad, bella, pero realidad.
Darro arriba y comenzó la conquista del Albaicín, el barrio-estampa, la postal. El pelo se secó en la segunda callejuela, y en la cuarta el sudor corría espalda abajo. El Mirador de San Nicolás merece el baño de sudor. ¡Qué inefable, qué cuadro, qué paisaje!
Un cosmopolitismo al sol hacía del sitio una pequeña ONU, una séptima avenida. Rubios, hippies, flamencos, rastas, morenos, blancos, bienpuestos, mochileros, alumnado, bohemios, viajeros al encuentro. Pandelet dibujó, Pedraza relató.
Tras los bocatas de cada cual, que supieron como en casa, en buena armonía y fila india, la tarde nos condujo a la Granada cristiana, la catedralicia. Tiempo de escapatoria por Plaza Nueva y Gran Vía.
A la hora torera, Gustavo Gutiérrez, guía por derecho, nos llevó por los vericuetos del casco histórico. ¡Vaya saber estar y vaya itinerario! Mucho saber y mucho saber enseñar. L@s chic@s se comportaron como si el dédalo de calles y el patrimonio fuesen el aula improvisada de una clase cualquiera, libre aula de instituto. Pedagogía y didáctica en su mejor versión. Los profes nos guiñamos de la fortuna de haber encontrado a este granadino ilustre. Buen discurso, buena referencia. Alcaicería, Capilla Real, Pza del Carmen, Alhóndiga, la Madraza, la Judería que ahora es Realejo, la cuesta de Gomérez, Bib-Rambla,…El honorario se lo ganó con creces, como larga quiso hacer su ruta. Acortó lo que pudo a petición nuestra, y, tras despedirnos, bajamos por la margen derecha de un río soterrado, invisible, el Darro, volviendo a su desembocadura con el gran afluente, el Genil. En pleno encuentro geográfico, el topónimo “Mercadona”. Carga de cosas y descarga de vejiga. Y autobús al fondo.
En la vega, en el extrarradio, Hotel Camino de Granada. Cuatro estrellas, buena atención en todo momento, desparrame de maletas, y, con puntualidad británica, cena (espaguetis con tomate, flamenquines con patatas, helado, regado todo con agua embotellada). Chinos, Imserso y corchúos.
Promesas de que dormirán pronto, de que están cansadísimos (alguno quiso hacer pinitos en el gimnasio), de que ducha, luces en off,…Promesas.






2 comentarios:

  1. Pues siiiiii llegooooo!!!!
    Hola chich@s!!!! Vaya día el de ayer!! A ver hoy como se desarrolla.
    Lo primero y muy importante.... Gracias querido José Ramón! Por tu genial idea de crear este blogs y hacernos participe de la aventura. Gracias por dedicar tu tiempo a relatarnos el Diario de Abordo. Por tenernos al corriente.
    Leer tu comentario ha sido fabuloso. Como diría Diego.... Eres un crack!!!!
    Que disfrutéis y saqueis el máximo partido posible. Para vuestras retinas y vuestros corazones. Besazos infinitos. Amparo Mena

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